13/10/09

Azul Morado



Pablo

¿Oscuridad sirve el alma?

Murmullo televisivo,

información bañada.

¡ Guerra !

Miedo, sarcasmo.

Laguna de insolación.

Alabo a la violencia.

Muerte…

Hombre:

¿Ser - pensante?

Del libro negro

La frase perdida:

Desacierto. De cierto desierto.

Madres lloran desoladas.

Estrellas y barras caen de rodillas

y mojan sus ojos azul - variado.

Carecen de alma, ostentosos de piel,

de mentes de ambición.

Dementes sin espíritu.

Hermandad: Sicodélico sueño

pasado.

Animal de primer mundo,

auto - terrorista que articula

matar en nombre de la paz,

que roe sus propios huesos

de manera extraña

y emana escalofrío

como gasolina por tu ciudad.

Por mi mundo sagrado.

Sentado en mi espacio

cavilo…

¿Dónde está la sonrisa, alguien trae

calor?

¿Quién perturbó tu sueño?

Qué será de mí, bosque terrenal?

De ti.

Hogar azul morado...


Pablo, Ciudad Nezahualcóyotl, Estado de México, 1972. Ha publicado en varias revistas y antologías.
Forma parte de los talleres literarios del FARO de oriente


Orfandad


Eduardo H. González
El vaho moja los muros
que irremediablemente
se descascaran, impasibles
ladrillos soportan el salitre
de las miradas.
Pedazos de memoria
provocan incertidumbre
y el hálito del escalofrío
vulnera incontenible.
Somnolientas ventanas
se abren a la sospecha,
a cuerpos que violan
lo yermo de la casa en ruinas.
Las horas caen a pedazos,
igual que la carne en la vejez.
La casa de la basura,
de latas vacías
y pájaros cadavéricos,
la inconmovible desolación.
Fosa amurallada,
seno del viento que se precipita,
amparo de la hierba
que crece desmesurada.
Protectora ruina.
Ante el deceso del muro,
la congoja de lo que fue…

Eduardo H. González. México D.F., 1975. Ha publicado en diversas revistas y antologías de poesía y
narrativa. Obtuvo el 3er. Lugar en el Certamen Nacional de poesía “Francisco Javier Estrada”, 2008,
Actualmente coordina el Taller de poesía “José Francisco Conde Ortega” en la Casa del Narrador “Gonzalo
Martré” y el Taller de Ensayo Literario en el Centro (CECOS) Así, como la publicación de poesía letras
independientes.

Lluvia


Angellum Ignis
Mi ventana suena,
me enredo entre sábanas
y tiemblo al paso del tiempo.
Creo despertar y morir en silen o;
floto y me elevo
al cromado del cielo.
Disfruto del viento.
Llego hasta ti,
como nube de terciopelo,
y me derramo lento.
Te estremeces ante mi caída;
tiritas de sentimiento,
devuelves tu mirada al cielo
y me pides; deje de caer.


Dulce Ruby López Trujano (Angellum Ignis), Estado de México, 1990. Emperatriz de la noche.
Amante de las artes. Forma parte del taller de poesía y narrativa del Faro de Oriente.

Abrajam Sosa

Lluvia

Entre las nubes se gesta el abismo.
Relámpagos iluminan el horizonte.
Cae la brizna a ritmo perplejo, vaciando
génesis , triturando hojas al paso;
buscando penetrar la tierra.
Ahora queda fecunda.
Y se levanta una orquídea
para inmortalizar el momento.


Recuerdo

Tal como el otoño; lento.
Todo se va calcinando al instante.
Así como el recorrido del sol, el
hombre nace y muere, sin percatarse
cómo, cuándo, y dónde.
El lapso, el proceso, el sendero efímero
que conduce a la funesta eternidad, es
la agonía tatuada que navega sin rumbo
y a la deriva.
Mas el presente queda impregnado en
el recuerdo de generaciones posteriores,
que van sucumbiendo poco a poco,
perpetuamente.
Ellos, nosotros, los que fueron.
Sólo la esencia de la historia queda…
Exhorto; todo ha pasado.

Abrajam Sosa Vázquez . México, D.F 1988. Poeta, Pintor, Ilustrador y Músico; apasionado del Arte, de la
vida y la muerte; es uno de los fundadores y responsable de la presente revista. Forma parte, entre otros
de los talleres literarios del Faro de Oriente.

Transgresión

Aleyda García Lagunas
Pánica presencia
aplasta mi sexo
y me asoma al vacío.
Anula al extremo
la corteza apuñalada
del racimo inerte.
Se enciende el tallo,
la transparencia
me deshabita.



Aleyda García Lagunas México D.F., 1975. Participa en el taller de poesía “José Francisco Conde
Ortega” y en el taller de creación literaria “Enrique Villada” en Tenango del Aire. Ha publicado en
diversas revistas y antologías de poesía.

No cesa al desprenderte

Quiasimodo
Para Mayra y Noé
Te atropellan,
te escupen,
te truenan,
te barren,
te torturan,
te esconden,
te echan,
te muelen,
te ensucian,
fuego te prenden,
te hacen humo.
Y sin importarte,
tú amor en oxígeno
no cesa al desprenderte
hojarasca.

Jeshua Lucas Cuarto (Quasimodo) Forma parte del taller de poesía del Faro de Oriente, ha publicado en
Antologías de poesía, como Agua de cántaros, Zócalo 2007

Tormenta

Alejandra G.

Atrapada en una cubierta tibia

el rayo me alumbró en el caos

A los cinco días se fragmento mi corteza,

dejando mi piel rosada a la intemperie

mis ojos cegados por claridada

Dolor que roe mis carnes,

me convierte en despojo animal

materia dispuesta a la rapiña

¿Nadie escucha el gutural sollozo

que tensa mis arterias?

Una y otra vez construyo la cubierta,

a veces es de hielo,

otras fuego... aire tibio,

y el señor de la lluvia viene a destruirla

Mis rodillas se yerguen tamaleantes

camino como una mujer

hasta llegar a la cueva.

Me encierro en la sutil membrana

y al menguar la tormenta

extiendo mis alas mancilladas.


Alejandra González Martínez, México D.F., Participante del taller de poesía y narrativa del Faro de

Oriente, ha publicado en la revista de poesía "Bulimia de Camaleones", así como en la antología de

poesía Agua de Cántaros, Ediciones del Zócalo, 2007.

Brisa

Martha López
Brisa envuelve a la montaña
su cobriza penumbra
del amanecer.
Niebla cubre mi cabeza
al sentir el calor de tu brisa,
mi rostro fallado, esperando me tomes.
Contemplando tu esencia, tu aliento
teniéndote mi alma resplandece,
y mis latidos son más fuertes.
Deja la brisa un leve humo
en cielos y por aires blancura
inmensa senda de plata
fulgen mágicas brumas de nieve.




Martha López de Jesús; Pertenece a los talleres literarios del faro de oriente, además de colaborar en
la presente revista, formando parte del consejo editorial

Alguien erotizó la tarde



Ian Soriano
Alguien erotizó la tarde. Flor y su
vestido blanco, y su sudor de mojigata. y
Ester, con sus medias negras goteando
en mi frente y sus tacones soberbios
l e v a n t a n d o s u s n a l g a s . Y y o
masturbándome debajo del escritorio,
mientras el círculo de ineptos que a mi
lado laboraba podía concentrarse en su
trabajo; todos frente a sus computadoras
como héroes amansados, fustigados por
unos cuantos billetes, ¿qué miserable
polvareda abrumaba sus cerebros? Flor
y su fondo blanco, y sus calzones
holgados y su mente serena. y sus
extrañas facciones de felino, con su
peineta sujetando su cabellera. y Ester
virando su silueta con expertos
movimientos de hombros erguidos y
rizados aromas alrededor de su espalda.
y Damaris aún virgen, acomodando
periódicos con las manos hasta que su
culo madurara más de dieciocho años;
algo en su rostro revelaba que estaba
contenta así. Carmen la-más-buena, sin
suficientes defectos como para poner
caliente a un alma y a un cuerpo,
chaparrita pero bien redondas y
bronceadas sus caderas y caireles de
membrillo rojizo. Deisy caminaba
chueco, se paraba de su silla y evadía las
órdenes de los jefes -animales en ese
momento- que babeaban mientras las
blancas y redondas tetas de ella se
movían del norte al sur de la oficina,
entre halagos, visiones y reclamos de
que por qué llegaba tan tarde pero que no
había problema porque “después me
pagas las horas”.

Pero vuelvo a Ester -de la edad de mi madre-, quien me esperaría detrás de la puerta de la oficina para mostrarme la maternidad de las diosas que nunca amamantaron a sus hijos antes de que e l mundo se volviera tan contradictorio y comenzaran a ladrar

los hombres dentro de las oficinas de tangas renombre y recato, más a fuerza que

de ganas de que ninguna señora se fuese de vacaciones sino hasta que las acabaron las máquinas se apagaran y los motores de los hombres estuviesen hasta el forro de trabajo automático merced del dinero. Porque, al fin y al cabo, a todas había que pagarles, a pesar de que nunca nos cumplieran ningún miserable sueño o fantasía. Bajo la circunstancia de que varias de ellas aún no descubrían el meollo del gusto por la belleza sexual que las hacía existir, por la desgracia de que la mera enfermedad del demonio lujuria no particularizaba a ninguna de ellas sino que por simple instinto animal y de vulgaridad eran tomadas por nosotros, circunstancia que debía ser inaceptable.

Nada menos que uno más de los absurdos presagios de siglos anteriores, cuando ni ellas eran la maquinaria sexual ni nosotros la monetaria. Cae la herencia de una peste en nuestros ojos y más allá de los valses que nunca bailaremos en las pistas sino dentro de sus faldas porque (¡maldito el que inventó la lencería!) deberían dejarnos ahí escondidos para siempre. Muta nuestra agonía a la temperatura ambiente de sus encantos, en medio del humo de cigarrillos y smog de glorietas donde van a comer, donde pasean más de mil cuerpos amorfos e inútiles, hartos de que nadie los posea. Porque son feos pero tienen sed, y son feas pero visten tangas, y sus nalgas son planas, amarillas y chuecas, pero se componen, o lo intentan. Y se acabaron las percepciones cómodas desde que ninguna tiene rumbo ni estrategia, porque nadie las quiere, pero vamos por ellas, que no las dejen. Y también las gordas nos gustan.¿Quién explica el karma de las gordas? Recargan sus panzas sobre nuestros ombligos, repugnantemente; deliciosas las gordas, pero nunca sutiles. Gordas con más devoción erótica que las flacas de vestidos largos y sonrisas codiciosas, ejecutantes de danzas en las que nadie debería de abrir los ojos; las siluetas las reinas que dan pasos hacia atrás, las gitanas, las negras, las de piel muy blanca, enfermizas, las que nunca sabrán sentarse “correctamente” después de casarse,

Nada menos que uno más de los las que morirán sin noviazgos, las quedadas, las de nadie; su rimel escurrido, sus espaldas en escombros, su corazón arde con ellas. Y ellas creen que nosotros las queremos. y nosotros queremos que ellas nos crean, o nos creen…de nuevo.


Ian Soriano, Ciudad de México, 1982. Parte de sus poemas y cuentos están publicados en las antologías:
Tigres del Porvenir, Descifrar el Laberinto, Poesía Cero y Cupido Internauta. Obtuvo el tercer lugar en el
Concurso Nacional de Poesía El Laberinto 2007. Tiene publicado el poemario “Explotó todo el aroma de la
sangre”, bajo el sello Versodestierro, 2009.



Soto

Jazmín G. Rodríguez

Ahí están fuertes, erguidos,
llevan años, siglos de pie, ¿qué
historias no sabrán?, generaciones han
visto nacer, crecer, morir, tantas como
las mismas hojas que en ellos hay.
Los puedes ver a lo lejos, forman
murallas, espesuras verdes donde te
pierdes, troncos fuertes, te han visto
deambular, te conocen bien, has
dejado huellas que ellos, saben leer. Te
han abrazado cuando a su lado te has
sentado, son tus ojos, son tu corazón,
son latidos que te alimentan, fruto de
la vida que olvidaste.
No conocen el tiempo, ellos son el
tiempo.
Infinidad de formas, cientos de
nombres pero son lo mismo, son raíces
profundas, son el refugio a tus
sollozos, la sombra que te ampara al
albor.
Araucaria de mi alma, llanto de resina,
gotitas de dolor, de tu piña tierna, me
alojo sin temor, fruto maduro me
echas a tus pies desnudo con los
huesos infligidos, macérame en tu
acíbar y púrgame de esta pesadumbre.
Tus pies se hunden en la tierra bañada
por el sol, es el fango de años
perennes, del ir y venir.
Sumerge tus pies a la orilla del río, te
sientas y te vez en la cúspide del árbol
más alto, reflejo invertido de quien te
observa.
Tu mano se posa a ras del espejo, lo
puedes tocar, lo puedes sentir, tus
yemas se humedecen, tocas lo
inaccesible, una rama, una hoja, el
fruto más alto a tu alcancé, cierras el
puño y coges.
De tu palma se escurre el espejo, son
tus dedos presionando tu propio puño,
pero es tuyo, no lo puedes ver, lo
sientes, en tu mano lo tienes. ¿Y dónde
está?
Bañas tus pies, que descasan sobre
piedras de río, tu tronco descansa
sobre otro, el aire se entretiene
despeinándote, levanta la hojarasca en
pequeños remolinos de tierra y agua,
un céfiro te envuelve, caricia de
ternura, respiras humedad, se te pega a
la piel trocitos de corteza con sabor a
canela.
Desprende la tea de mi cuerpo e
ilumina tu sombra.
Que el crepúsculo asoma y bordea la
oscuridad.
Soy tu guardián en todos los tiempos,
miras hacia arriba y no ves, son las
nubes esmeralda de mis ramas, que
han hecho más negro las alturas.
Árbol, mis raíces tu llanto anegado en
estrecho sendero se refleja la luna, ya
no hay formas ni color, ha caído ya.
El silencio se rompe, un croar largo te
estremece a golpe de varas el crujir a
las llene, golpes de viento a mis
brazos, son sonidos que no conoces
y te hacen encoger el alma, hilo de
sudor de tu frente corre hasta tus
huellas, unas órbitas escarlata
detienen tus pasos, su eco te
sobresalta, te observa, no se mueve,
lechuza impertinente quita tus ojos
de susto.
Escuchas tu sangre correr, el aliento
se te escapa, tu mano me hace sentir,
tu sudor esta frío como la noche,
respiras y la calma llena tus
pulmones.

Jazmín Garay Rodríguez Valquiria. Fotógrafa, Forma parte entre otros, de los talleres literarios del Faro de
Oriente, además de colaborar en la presente revista, como parte del consejo Editorial

Cuentos Breves


Alejandro Reyes J.

"De brujas, duendes y naguales"
Para mis abuelas
-Abuela, ¿de dónde sacas tus historias de brujas,
duendes y naguales?
-Son de tiempos en los que la gente sabía de escuchar el silencio.

"Nubes negras"
Para mis abuelos
-Abuelo, mira otra vez las nubes negras, ¿crees que hoy sí llueva?
-No hijo, pasaran como siempre de largo. Creo que a la lluvia le a de doler caer
entre tantas espinas.

"Me siento bien"
Para los Carbajales
Hoy me siento tan bien, como hace mucho tiempo no me sentía. Pero, ¿qué
significan estos rezos?, ¿qué hace toda esta gente aquí en mi casa? Ah, ahí está
el Negro, allá el Gallo, mi compadre, el Tejocota. Hace siglos que no veía
juntos a estos cabrones; mi palomilla de antaño. Dónde está mi mujer. Ahí está,
se ve triste. También están todos mis hijos; chillones igual que su madre.
Parece un rosario para algún difunto, pero, ¿quién habrá muerto? Maldita
memoria otra vez fallándome, y yo que pensé que hasta esa piche enfermedad
de nombre raro, alzhnosequelachingada hoy se me había quitado. Hay una foto
allá en el frente, me voy a acercar para ver de quien se trata…. “ahora y en la
hora de nuestra muerte. Amén”.

Alejandro Reyes Juárez. México, D.F Licenciado en educación (ENSM) y en sociología (UNAM) Poeta
y narrador; ha publicado y colaborado en la presente revista. Forma parte de los talleres literarios del
Faro de Oriente

Israel Ortíz

Israel Ortíz


Muestra Fotográfica de Monte Albán: Israel Ortiz
Fotógrafo, estudiante de geografía en la UNAM; recientemente obtuvo por su muestra
fotográfica el premio especial del jurado 2do concurso Mirada Joven, cuya exposición
está en el Faro de Oriente hasta el 12 de Agosto2009.
Revista Independiente